El Palacio de la Isla expone como ‘Documento del Mes’ de julio el Reglamento para la Administración y Gobierno de la Tienda-Asilo

El Palacio de la Isla expone como ‘Documento del Mes’ de julio el Reglamento para la Administración y Gobierno de la Tienda-Asilo, que fue creada en 1892 con un capital de 15.000 pesetas aportadas por el Ayuntamiento, a raíz de una herencia dejada por el Marqués de Monroy para que fuese repartida entre los pobres de la ciudad.

La Tienda-Asilo era un comedor social donde por poco dinero se podían alimentar las familias más necesitadas.

En el Reglamento, publicado en mayo de 1892, se establecen las normas que habían de regir esta institución de las cuales destacan diferentes artículos.

En primer lugar se establece que la Tienda-Asilo es un establecimiento de beneficencia,  creado y patrocinado por el Ayuntamiento cacereño y que sus recursos serán los que aporte el propio Ayuntamiento, el producto de las raciones que se vendan al público, así como la caridad y la filantropía.

En otros artículos se específica el precio de las raciones, en este caso 10 céntimos la ración y 5 céntimos la ración de vino. Sólo se servía comida gratis a los enfermos pobres y previa prescripción facultativa. Las raciones se podían consumir dentro del establecimiento o llevárselas cada uno a su casa. También quedaba prohibido dar dos raciones de vino a una misma persona.

Para el almuerzo se serviría chocolate o café con pan, sumándose las migas en invierno. La comida de mediodía era a base de sopas de pan, de arroz o de pasta, garbanzos con patatas, tajada de carne y tocino o morcilla, pan y vino.  Por la noche la cena consistía en guisado de carne, callos de vaca, asaduras, patatas y arroz, judías, pan y vino.

Estos eran los menús  que se cocinaban a diario para atender las necesidades básicas de cientos de ciudadanos que no tenían otro medio de alimentar a su familia.

La Tienda-Asilo funcionó durante años de forma intermitente por la falta de fondos en unas ocasiones o por la mala fama que fue cogiendo entre la población, debido a que una cosa era lo que decía su Reglamento y otra era la realidad de una institución, de carácter social, dedicada solucionar las necesidades básicas de la población.