Elecciones Europeas de 2014 : Cada vez más importante para la vida del ciudadano
Con la crisis, el euroescepticismo y eurofobia han aumentado en un momento en el que prima lo nacional frente a lo europeo
Del 22 al 25 de mayo de 2014: ese es el momento clave en el que los europeos tendrán la oportunidad de plasmar con su voto qué Europa quieren y, lo que es más importante, si siguen creyendo en ella. Por su parte, desde de la UE lo tienen claro: «Acción, reacción, decisión» es el directo eslogan con el que pretenden concienciar de la importancia que tiene y la oportunidad que supone esta próxima cita en las urnas.
En contra de esta campaña juega un hecho evidente: la crisis económica mundial ha pasado factura y ha afectado a la sociedad europea y a sus políticos en todos los niveles. Según una reciente encuesta de Gallup, la mayoría de los ciudadanos de Europa considera que «las cosas se están gestionando en la dirección equivocada en la UE». A esto hay que añadirle que, en el marco de una situación económica complicada, se deja de lado el hecho de que la política europea influye mucho más de lo que se piensa en nuestro día a día, tal y como recuerda el portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch, quien apunta que el gran reto de estas elecciones es el de que el debate sea en clave europea y no nacional: «Los ciudadanos tienen que sabe hasta qué punto es valioso su voto».
Hasta entonces quedan cinco meses en los que el objetivo es el de lograr que Europa sea realmente el tema central. Para ello, además, han cambiado algunas cosas desde las pasadas elecciones, en 2009, cuando la participación fue sólo del 43%. Estos son los puntos clave de unas elecciones que se desarrollarán en los 28 Estados de la UE entre el 22 y el 25 de mayo de 2014 (en España el 25) para elegir a los 751 miembros del Parlamento Europeo.
¿Por qué esta vez es diferente?
Entre los cambios que se han dado hay uno que es fundamental: son los primeros comicios que se celebran desde la entrada en vigor, el pasado 1 de diciembre de 2009, del Tratado de Lisboa. Con él se dotó de personalidad jurídica a la Unión Europea y se adaptaron las instituciones europeas al siglo XXI. Esto incluye un aspecto fundamental que influirá notablemente en las elecciones: modifica el artículo 17.7 del Tratado de la UE estableciendo que el presidente de la Comisión Europea debe recibir el visto bueno de la mayoría del Parlamento. Queda así esbozado un vínculo directo entre el ciudadano y la institución para el que en la actualidad se ha dado un paso más: los partidos políticos que concurran a las próximas elecciones tendrán que designar a su candidato a presidir la Comisión.
Esto supone que los partidos europeos deberán anunciar a sus candidatos a presidente «con suficiente antelación respecto a las elecciones» como para permitir que se lleve a cabo «una campaña electoral centrada en asuntos europeos, basada en la plataforma del partido y en el programa de su respectivo candidato».
De este modo, el objetivo es el de que el candidato a presidente presentado por el partido político europeo que gane el mayor número de escaños en el Parlamento sea «el primero que se tenga en cuenta con miras a comprobar su capacidad para obtener el apoyo de la mayoría absoluta necesaria en el Parlamento», según el texto aprobado por los eurodiputados.
¿Cómo será la campaña?
Esa «suficiente antelación» por la que los partidos europeos deberán determinar quién es su candidato a presidir la Comisión tiene un plazo máximo: seis semanas antes de las elecciones. A partir de su designación, deberán presentar sus programas políticos en todos los Estados miembros y participar en una serie de debates públicos.
Por otro lado, el Parlamento exige a los Estados miembros y a los partidos políticos que se aseguren de que los nombres de los partidos europeos y sus logros aparecen en las papeletas de votación, algo que ninguno cumple en la actualidad. Además, los partidos nacionales tendrán que informar durante la campaña a qué partido europeo están adscritos así como el candidato al que apoyarán para la presidencia de la Comisión.
¿Cuáles son los retos?
«Los españoles, más desencantados que nunca: el 72% desconfía de la UE»
Los pasos que se están dando ahora buscan lograr un mayor diálogo con el ciudadano de a pie. Guste o no la realidad es que las elecciones europeas y en definitiva sus instituciones cada vez despiertan menos entusiasmo. Así lo refleja el último barómetro, publicado este 2013, según el cual los españoles están más desencantados que nunca: el 72% desconfía de la UE, cifra muy por encima del 55% de la media europea, que siente lo mismo.
Por otro lado, los partidos euroescépticos son una realidad de creciente influencia en países como Italia, Grecia -notablemente afectados por la crisis- o Francia. De ahí que, tal y como expone la experta de la red social para el ámbito político, Elisabeth Linder, las instituciones europeas cada vez sean más conscientes de la importancia de entablar «un diálogo sincero con las personas». Llegados a este punto es donde entra en juego el concepto de «elecciones 3.0» para esta cita electoral.
«Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa el PE tiene ahora más poderes y es importante que los ciudadanos sean conscientes de la influencia que tienen las decisiones que se toman en Bruselas en su día a día. Así lo ha reflejado, por ejemplo, la crisis económica, que ha puesto de manifiesto lo que es la UE y lo que hacen los líderes europeos», explica Steve Clark, director de Comunicación Online de la Eurocámara.
Es precisamente esa crisis la que, según el portavoz europeo Duch, tiene que servir para poner de manifiesto la importancia de la UE «como conjunto». De ahí que se haya puesto tanto interés en la campaña actual, con varios meses de antelación dotando además a los ciudadanos de varios canales con los que interactuar con los eurodiputados e informar para captar el interés por estas elecciones.
De momento, aseguran, la reacción está siendo positiva: la campaña tiene en la actualidad más de 8 millones de visitas y en Twitter podemos encontrar sus cuentas en todos los idiomas. Se trata, por tanto, de que la gente no vea Europa como algo ajeno.